domingo, 21 de junio de 2009

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXIX)

Cuando me aparté ligeramente del curso principal de este blog para hablar sobre Simón Bolívar, o mejor dicho sobre su espada, ícono representativo de su gigantesco esfuerzo independentista y unionista, poco imaginé que no sería sino ahora, 29 entradas después, que culminaría mi contribución específica relacionada con la preservación de la dignidad del Libertador.

Cierto que la dignidad del Libertador de por si se mantiene incólume ante cualquier agresión o abuso y por lo tanto, no necesita de ninguna ayuda para permanecer, eternamente, de esa manera.

Pero es el caso de que dada la escasez o ausencia de ciudadanos (pulsar aquí), nuestra masa poblacional (unos 150 millones de habitantes de la despedazada Gran Colombia) puede ser fácilmente inducida, y de hecho lo ha sido, a aceptar como verídicas las aseveraciones, presentes y pasadas, de que Simón Bolívar habría no solo advocado, sino también sembrado las semillas a partir de las cuales brotaría esa multitud de malabarismos politiqueros, que a lo largo de nuestra terrible historia (posterior a la independencia misma) hemos conocido como liberalismo, conservadurismo, socialismo, puntofijismo, chavismo, aprismo, peronismo o cualquier otra línea “ideológica” caudillista (i.e. paecista, lusinchista, calderista, etc.) propia de nuestro descompuesto tropicalismo tercermundista.

Ese pedido de respeto hacia lo que fue la obra e intención última de Bolívar, ahora sepultadas bajo un cerro de escritos, discursos y ofrendas florales, no va a resolver ninguno de nuestros graves problemas. No va a traer prosperidad, no va a pacificar nuestras calles ni va a poner fin a la corrupción e incapacidad gubernamental. Pero hay que hacerlo porque uno nunca sabe. Y por cuanto la espada es el objeto bolivariano más tangible y representativo de su obra se hace la siguiente propuesta (ver siguiente entrega)

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