domingo, 21 de junio de 2009

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXXII)

Hay que conceder que Simón Bolívar no es el único con derecho para templar a mano limpia la gran espada, símbolo de las victorias de Junín y Ayacucho, o cualquiera otra gloriosa espada de su pertenencia. También lo pudieran hacer Jesucristo y Don Quijote, todos los cuales constituyen, junto con el Libertador, según sus propias palabras, una trilogía de majaderos universales que se pasaron la vida arando en el mar.

Hay otra persona más que también podría desenvainar la ilustre espada con toda propiedad. En realidad ya lo hizo en Bogotá, cuando en la terrible noche conspiratoria del 25 de septiembre de 1828, le salvó la vida al Libertador: Manuela Sáenz a quién el mismo Simón Bolívar, al día siguiente, llamaría “la Libertadora del Libertador”.

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXXI)

Por lo tanto, se propone la aprobación de una ley que contemple las siguientes disposiciones:

  1. Realizar las gestiones protocolares necesarias ante la Organización de las Naciones Unidas para que la espada del Perú de Bolívar, actualmente bajo la responsabilidad del Banco Central de Venezuela, sea considerada como tesoro histórico de la humanidad.
  2. Colocar la espada del Perú de Bolívar bajo la custodia de los pueblos que formaban la antigua Gran Colombia (Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela).
  3. Construir en Venezuela un monumento nacional apropiado a la magnitud histórica que la espada representa (independencia de la Gran Colombia) y en donde este invalorable ícono pueda ser alojado, protegido y exhibido.
  4. Invitar a los restantes países arriba mencionados a participar en este magno proyecto de reconocimiento histórico.
  5. Los monumentos, en el caso de lograr la participación de los países mencionados en el numeral 2, deberán ser arquitectónicamente similares, todos de estilo colonial clásico y poseedores de la misma majestad general. En algún sitio específico de la estructura exterior del edificio, cada país podrá colocar el emblema o escudo y la respectiva leyenda oficial que lo identifica. Por fuera de cada edificio o panteón, una misma estatua del libertador, recibirá a los visitantes, escoltada en semicírculo por las banderas de los correspondientes países.
  6. Definir otros aspectos tales como un atrio jardín, un área externa de servicios a los visitantes, seguridad y vigilancia, transporte y otros.
  7. Cada cinco años la espada cambiaría de residencia para establecerse, según orden alfabético u otro que pudiera considerarse preferible, en cada uno de los seis países del grupo.
  8. Bajo ninguna circunstancia se permitirá la fabricación de facsímiles de la espada.
  9. Establecer que la espada solo podrá ser manipulada, dentro de intervalos apropiados, por reconocidos expertos internacionales en metalúrgica y joyería, y esto a los fines del mantenimiento, inspección o reparación que se requiera y siempre bajo estrictas medidas de seguridad y protocolo. Ninguna otra persona, independientemente de su rango oficial o personal, está autorizada a tocar o manipular la espada, salvo situaciones de extrema emergencia y notable requerimiento de seguridad del histórico ícono.
  10. Todos los procesos dirigidos a la realización de este proyecto se harán de común acuerdo entre las naciones, mencionadas en el numeral 2 que hayan aceptado participar, siguiendo las normativas y procedimientos que se aprueben a los efectos de su implementación.
  11. La Asamblea Nacional nombrará una comisión de distinguidas personalidades de Venezuela cuya única misión será la de dar inicio a las consultas y contactos preliminares con los otros países.
  12. El proyecto se desarrollará con los países que estén de acuerdo con el mismo.
  13. Otras espadas o sables, que de manera fehaciente se haya establecido que pertenecieron al Libertador, también pueden ser incluidas y exhibidas de la misma manera dentro de los monumentos.
  14. Las disposiciones de los numerales 8 y 9 entrarán en inmediata vigencia al momento que esta ley sea aprobada por la Asamblea Nacional.

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXX)

PROPUESTA DE LEY ESPADA DE SIMÓN BOLÍVAR

Considerando:

  1. Que en la mente del pueblo, la espada de Simón Bolívar ha sido asociada con ciertos destacados atributos e ideales sustentados y defendidos por Simón Bolívar, tales como: Honor, valor, audacia, determinación, victoria, justicia, libertad e independencia.
  2. Que existen varias espadas vinculadas históricamente al Libertador y sus hechos, algunas de las cuales, no habiendo tenido el resguardado apropiado, han sido utilizadas de una u otra forma para los fines e intereses de individuos y causas de diversa índole, en contraposición con la intención y pureza de los ideales representados por dichas espadas cuando estas se encontraban en manos del Libertador.
  3. Que como consecuencia de la indiferencia general y oficial, tan común en Latino América, muchos edificios, objetos y documentos de valor histórico, no tienen la protección necesaria para resistir o minimizar los efectos del tiempo, los elementos ambientales adversos y del hombre mismo, por lo que se ven sometidos a un proceso de constante degradación, que en muchos casos ha probado ser irreversible.

Por consiguiente se hacen las siguientes propuestas:

(ver disposiciones propuestas en la siguiente entrada)

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXIX)

Cuando me aparté ligeramente del curso principal de este blog para hablar sobre Simón Bolívar, o mejor dicho sobre su espada, ícono representativo de su gigantesco esfuerzo independentista y unionista, poco imaginé que no sería sino ahora, 29 entradas después, que culminaría mi contribución específica relacionada con la preservación de la dignidad del Libertador.

Cierto que la dignidad del Libertador de por si se mantiene incólume ante cualquier agresión o abuso y por lo tanto, no necesita de ninguna ayuda para permanecer, eternamente, de esa manera.

Pero es el caso de que dada la escasez o ausencia de ciudadanos (pulsar aquí), nuestra masa poblacional (unos 150 millones de habitantes de la despedazada Gran Colombia) puede ser fácilmente inducida, y de hecho lo ha sido, a aceptar como verídicas las aseveraciones, presentes y pasadas, de que Simón Bolívar habría no solo advocado, sino también sembrado las semillas a partir de las cuales brotaría esa multitud de malabarismos politiqueros, que a lo largo de nuestra terrible historia (posterior a la independencia misma) hemos conocido como liberalismo, conservadurismo, socialismo, puntofijismo, chavismo, aprismo, peronismo o cualquier otra línea “ideológica” caudillista (i.e. paecista, lusinchista, calderista, etc.) propia de nuestro descompuesto tropicalismo tercermundista.

Ese pedido de respeto hacia lo que fue la obra e intención última de Bolívar, ahora sepultadas bajo un cerro de escritos, discursos y ofrendas florales, no va a resolver ninguno de nuestros graves problemas. No va a traer prosperidad, no va a pacificar nuestras calles ni va a poner fin a la corrupción e incapacidad gubernamental. Pero hay que hacerlo porque uno nunca sabe. Y por cuanto la espada es el objeto bolivariano más tangible y representativo de su obra se hace la siguiente propuesta (ver siguiente entrega)

jueves, 18 de junio de 2009

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXVIII)

El estado de abandono del Panteón Nacional es una grave ofensa a la memoria del Libertador (ver entrega anterior) pero al fin y al acabo, por notable que este haya sido, estamos realmente hablando de un ser humano.

¿Qué pensar entonces del estado de abandono en que se encontraba (hace ocho años, quizás ahora la situación se haya corregido) la Catedral Metropolitana, la casa del mismo Dios a quién se veneraba no solo como creador de la Gran Colombia sino creador del universo mismo? Porque allí también el repello de las paredes estaba desportillado, la barata pintura colgando en tiras de las enmohecidas paredes y monte y helechos prosperando robustamente en sus campanarios y cornisas (Pulsar aquí).

Hay que aclarar que lo del Panteón Nacional, no es culpa de los humildes obreros. Ellos no tienen porque tener el conocimiento emocional de lo que El Libertador debería significar para los latinoamericanos. Por otro lado, saben que no hay supervisión. Pero aun cuando el contratista fuera a revisar los trabajos, tampoco va a tener ese conocimiento emocional y por lo tanto encontrará la labor, sobradamente adecuada. Además se trata de otro negocio más.

[En cuanto a lo de la catedral ¿No es verdad que años atrás la prensa publicó la noticia de que Dios había muerto? A partir de entonces la gente dejó de ir a misa, no se confiesa no lee la Biblia, no conoce los mandamientos, no cuida los templos. Fornica, bebe, se droga, roba y asesina. Consecuencia de ese mismo desafortunado evento la curia diocesana se ha transformado, funcionalmente, en un cónclave político-social, totalmente ajeno a la masiva decadencia espiritual del pueblo. Antaño, pastorear el ahora descarriado rebaño, era su principalísima responsabilidad]

Ahora también, en las concentraciones y mítines públicos del PSUV y simpatizantes (estos últimos los 2.5 millones de espoleados empleados públicos) ocasionalmente aparecen afiches con el presidente Chávez portando el uniforme de gala del Libertador (hasta el color de la piel ha sido cambiado para que luzca cual mantuano de colonial estirpe). Los dos personajes están siendo fusionados como si una misma textura histórica los hiciera compatibles (pulsar aquí).

Pero no lo son: uno es La Gran Colombia, el otro, el caudillo de turno de la agotada Venezuela tercermundista.

Para completar el deprimente espectáculo de los chupamedia oficiales tratando por todos los medios de tapar el Sol de Junín con un grano de arena, ahora se comprueba que en el salón de ceremonias de Miraflores, la pompa y circunstancias del sitio han requerido que se baje la pintura del retrato del Libertador a nivel del piso, para que en las fotografías protocolares (durante la repartidera de espadas) el presidente Chávez luzca por encima de Bolívar. Este patético esfuerzo ya ni siquiera ofende: Es tan ridículo que mas bien da risa (pulsar aquí). Comparar con este otro presidente (pulsar aquì).

El incidente de la espada del 25 de julio del 99 pudiera marcar el momento cumbre del brutal proceso de trivialización de nuestra breve pero gloriosa historia (que se inicia en Caracas el 24 de Julio de 1783 y termina en San Pedro Alejandrino el 17 de Diciembre de 1830), proceso que ya había arrancado con gran ímpetu tras la proclama separatista del partido de Páez en Carabobo (23 de noviembre de 1829) y en Caracas (24 de noviembre de 1829) y con la instalación del Congreso en Valencia (30 de abril) y la infame proclama de Valencia (28 de mayo de 1830) que exige a Bogotá la expulsión de Simón Bolívar del territorio (es importante mencionar que dos miembros del congreso salvaron su voto: El Dr. Vargas y Manuel Urbina).

Con razón el moribundo en los momentos alucinatorios finales, haciendo acopio de la poca energía que aun tenía, intentó incorporarse de su lecho mientras balbuceaba sus últimas palabras “Vámonos… vámonos… esta gente no nos quiere en esta tierra… ¡Vámonos muchachos!... lleven mi equipaje a bordo de la fragata” (Hurtado Leña. El último viaje de Bolívar. El Desafío de la Historia. Año 1, No. 6, pp. 86-109).

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXVII)

No es solo el presidente el que debe preservar, proteger y defender el legado de Bolívar. Cada uno de nosotros está en la obligación de hacerlo. Pero nadie podrá preservar lo que no reverencia. No puedes proteger de lo que no has aprendido. No puedes defender lo que no conoces”.

Estas palabras, fueron parte del discurso de Anthony Kennedy, Juez de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, el domingo pasado, en ocasión de la graduación de la promoción 118 de alumnos de la Universidad de Stanford. Excepto que la declaración se refería a la Constitución de ese país.

Pero se aplica apropiadamente para el caso de nuestro prócer, cuya imagen y legado histórico siempre han sido manoseados indecorosamente por nuestros caudillos. Estos han pretendido que dicho legado y dicha figura, se adaptan y están hechos como a la medida para acomodar los primitivos intereses y deleznables ambiciones de cada uno de ellos.

Como se indica en la cita anterior, estamos frente a una situación de ignorancia. Esa es la razón por la que Bolívar es groseramente utilizado con el propósito de cobijar causas innobles y avalar la corrupción, la incompetencia administrativa, el abuso de poder, las vulgaridades, la incultura y el fracaso crónico de todos estos gobiernos.

Todo esto ocurre con total impunidad porque para la inmensa mayoría de latinoamericanos Simón Bolívar es ahora solo una pintura, un busto, una estatua ecuestre, un día de asueto en la playa, un nombre.

A finales de la década de los años noventa visité el Panteón Nacional y quede asombrado por el estado de abandono en que se encontraba este notable monumento: Las paredes cuarteadas, toscos parchos de argamasa aquí y allá, la pintura desprendiéndose en tiras, basura amontonada en el atrio, monte creciendo en lo alto de las esquinas de sus torres y paredes (pulsar aquí).

Era tal el estado de decadencia de algunas de estas estructuras, que el propio Presidente Chávez, en 1999, ordenó al Ministro Ignacio Arcaya nombrar una comisión para que “trate urgentemente el deterioro del Panteón Nacional, la Casa Natal y el Boulevard Panteón”.

Diez años más tarde (09 de julio 2009) al examinar de nuevo el Panteón, fue posible observar dos o tres obreros trabajando en su “restauración” (probablemente como preparación a los actos del aniversario del natalicio de Simón Bolívar este próximo 24). Pero se trata de un rápido maquillaje de brocha gorda, pintura barata para cubrir la vieja pintura barata, sin corregir ni alisar las cuarteaduras e irregularidades de las gastadas paredes y sin cuidar de que la pintura no manche el piso (pulsar aquí).

sábado, 13 de junio de 2009

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXVI)


Simón Bolívar es, sin lugar a duda, el único héroe histórico de la gran región septentrional de América del Sur. Su genial labor, militar y legislativa, su integridad personal y honorabilidad así como su dramática visión de una Gran Colombia (que momentáneamente logró hacer realidad) lo ubican a la par de los más renombrados próceres del continente Americano (pulse sobre la imàgen para ampliarla).

Porque la Gran Colombia, por efímera que su existencia haya sido, fue un logro político, institucional y territorial, de colosales proporciones. En esa breve encrucijada histórica, Simón Bolívar nos ofrecía la oportunidad de un futuro glorioso (Pulsar).

Simón Bolívar y todo lo que de alguna manera lo representa (estructuras históricas, objetos, escritos) está muy por encima de cualquier ideología local o global, llámese esta puntofijismo, chavismo, capitalismo o socialismo, o cualquier otra que haya surgido o surja en el futuro.

De existir en este momento, cuatro millones de venezolanos dispuestos u obligados a aplaudir el uso de su nombre y emblemas para los fines propagandísticos de un determinado culto personal, habría que reconocer también que hay otros cuatro millones para quienes esta manipulación resulta odiosa y repulsiva. Además hay que contar a millones y millones de latinoamericanos que ven con malestar e indignación este inaudito atropello histórico.

Es importante entender que Simón Bolívar nos representa a todos pero a ninguno en particular. Su prestigio y probidad no están disponibles a ninguna forma de uso personal. Simón Bolívar es uno de esos grandes faros históricos cuyo destino ha sido y es guiar el curso de la humanidad.

Que la humanidad escuche es otra cosa.

Nosotros, perenne barco a la deriva, nunca hemos estado en esa sintonía.

viernes, 12 de junio de 2009

Boletín Especial: La Espada de Simón Bolívar y la Patria (XXV)

En realidad no se trata de la espada de Simón Bolívar, porque ha habido varias espadas. Empezando porque Simón Bolívar gustaba de regalar espadas a personajes de su simpatía y líderes secundarios de la gesta independentista. Hasta José Antonio Páez habría de recibir la suya de manos de Bolívar, cuando ya taimadamente tramaba la más abyecta traición a la persona e ideales del Libertador. Quizás sea afortunado que ese sable esté desaparecido.

Actualmente existen tres espadas claramente vinculadas con Simón Bolívar.

Una de las espadas es la que pudiera llamarse la Espada de Colombia. Esta espada se encontraba en la Quinta de Bolívar en Bogotá (actualmente monumento nacional y museo). Sin embargo, durante 50 años pasó en vitrina casi olvidada hasta que en 1974 fue robada, con fines propagandísticos, por miembros del movimiento guerrillero M-19. La espada pasó por varias manos, incluyendo las del narcotraficante Pablo Escobar, quien inclusive la llevó consigo a la cárcel de La Catedral. El hijo de Escobar la usó para jugar. (http://es.wikipedia.org/wiki/Robo_de_la_espada_de_Bol%C3%ADvar).

En Enero de 1991 fue devuelta al museo para ser transportada casi de inmediato a una de las bóvedas del Banco de la República. Se supone que en la década del 2000 regresó a la Quinta Bolívar. Esta espada siempre ha estado rodeada de un halo de misterio: ni en la Academia Colombiana de Historia ni en la Quinta de Bolívar, ni la Sociedad Bolivariana por ejemplo, saben su historia ni su origen.

La segunda de las espadas es la Espada del Perú. El pomo, la empuñadura y la guarda así como la totalidad de su vaina fueron detalladamente repujados en oro de 18 kilates y adornados con cientos de diversas piedras preciosas. Fue un regalo que en 1825 la Municipalidad de Lima presentó a Simón Bolívar con la inscripción “Simón Bolívar Libertador de Colombia y del Perú, Chungapoma me fecit en Lima” grabada en la hoja. Esta espada nunca fue usada ni llevada en combate: Bolívar la utilizaba como ornamento durante eventos protocolares. De todas maneras, atrás habían quedado ya las decisivas victorias finales de Junín y Ayacucho.

En 1974, por considerar que el Banco Central de Venezuela (BCV) era un lugar seguro y digno para albergar piezas de inestimable valor histórico, el Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Relaciones Interiores decidió conferir la custodia de esta espada al instituto emisor, para lo cual se destinó un lugar especial de exhibición permanente, en la mezanine del edificio Sede del BCV. La espada también puede verse a través de la página web del BCV pero las imágenes digitales utilizadas son malas, sea por por falta de foco o por baja definición (Pulsar aquì). Por tal motivo los detalles de la espada, según se describen en dicha página (inscripciones, dragón de oro con ojos de rubí, dos indios de oro en relieve coronados con penachos de diamantes “sosteniendo el ‘hasta’ (sic) con el gorro frigio” y otros elementos de la empuñadura) no son discernibles en las fotos.

Este noble ícono histórico tampoco ha recibido el cuidado y respeto que se merece: El 25 de Julio de 1999 fue desenvainada a mano pelada y la legendaria hoja esgrimida al aire por el propio Presidente Chávez.

Indudablemente sobrecogido por su atrevimiento, el Presidente explicó despuès que “la había desenvainado con el propósito de ‘retar a los venezolanos a ponernos a la altura del genio y la idea de Bolívar’”.

Previo a la osada e injustificable acción, el gobierno confesaría haber perdido la llave de seguridad puesta bajo su custodia, la cual era necesaria para abrir la vitrina de protección que resguarda el histórico artefacto. No es descartable considerar que hayan tenido que romper el receptáculo para sacar la espada.

Además resulta fácil reconocer (basado en sus propios comentarios) que esta fue la primera vez que Chávez la veía. A partir de entonces, múltiples copias de la misma han sido hechas para festejar y regalar a distintos caudillos de América Latina, Asia, África y Europa, algunos de ellos de cuestionable reputación histórica y moral.

El 09 de junio de 2009 visité la mezanine del BCV en Caracas. Pero aun cuando en la página Web de la institución no se advierte al posible visitante o turista de que haya habido cambios, lo cierto es que después del penoso viaje a Caracas, en la sala de exhibición no encontré la famosa espada. Los encargados del sitio (todos muy atentos y serviciales) me informaron que el lugar específico donde se muestra la espada estaba en proceso de remodelación. No quisieron aceptar mi petición de observar de lejos la espectacular joya, “pues en realidad no se encontraba allí en esos momentos” (Pulsar aquì).

Sorprendentemente el sitio no dispone, para los visitantes, de un folleto descriptivo con fotos de la espada, ni tampoco tarjetas postales, afiches u otros recuerdos del ícono bolivariano. Solo se ofrece un tríptico alusivo a la colección de monedas (con la foto de tan solo una de las piezas).

La tercera espada es la Espada Libertadora propiamente dicha, la espada de las luchas de Alexander Petión en Haití y después, con la misma espada, las fallidas incursiones de Francisco de Miranda y finalmente, conducida durante 10 años por Simón Bolívar, la aguerrida espada que habría de abrirse paso en más de 300 combates hasta la completa emancipación de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá (La Gran Colombia).

Esa espada nunca más regresaría a Venezuela. Adelaida Schmidt, quien por herencia la había recibido al final de una distinguida cadena de personajes que la poseyeron después que El Libertador se la regalara al barquisimetano y compatriota General de División Jacinto Lara (a quién Bolívar llamaba “El Ulises de Colombia”) en 1927 decidió donarla al Senado de la República del Perú. Hoy se conserva en el Museo Nacional de Historia, Sala XI, consagrada a la memoria del Libertador.

martes, 2 de junio de 2009

Boletín Especial: El Libertador Simón Bolívar y la Patria (XXIV)

(Fragmento del poema “A los Cuchumatanes”
De Juan Diéguez Olaverri)

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh azules, altos montes;
oídme desde allí!
La alma mía os saluda,
cumbres de la alta Sierra,
murallas de esa tierra
donde la luz yo vi!

En tanto que la sombra
no embargue el firmamento,
hasta el postrer momento
en vos me extasiaré;
que así como esta tarde,
de brumas despejados,
tan limpios y azulados
jamás os contemplé.

Del sol desfalleciente
a la última vislumbre,
vuestra elevada cumbre
postrer asilo da:
cual débil esperanza
allí se desvanece:
ya más y más fallece,
y ya por fin se va.

¡Cuán dulcemente triste
mi mente se extasía,
oh cara Patria mía,
en tu áspero confin!,
¡cual cruza el ancho espacio,
ay Dios que me separa
de aquella tierra cara,
de América el jardín!

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh ya dormidos montes
la noche ya os cubrió!:
adiós, oh mis amigos,
dormid, dormid en calma,
que las brumas en la alma,
¡ay, ay! las llevo yo.