viernes, 2 de enero de 2009

Boletín Especial: El Libertador Simón Bolívar y la Patria (IV)

Estos nacionales apátridas son los que incendian cerros, montañas y llanuras, los que ensucian las ciudades y caminos y bosques y contaminan el aire y el agua, son los que roban, asesinan, torturan y los que toman por asalto instituciones para después pervertir su esencia (escuelas, universidades, ministerios, hospitales, gobiernos). Ver algo de sus acciones en el siguiente link:
(http://picasaweb.google.com/lh/photo/SQIIRJdc0BLk6sKY0y6KNQ)

Son los que se aprovechan del poder para enriquecerse, los que engañan a sus clientes o roban de su tiempo. Los que se proclaman artistas pero sus obras, por su forma y contenido, contaminan, insultan, ofenden. Los científicos de la irrelevancia y de los falsos descubrimientos, los poetas de la caña, los profesionales incapaces, los campeones sin medallas, los soles sin victorias. Ver una parte minùscula de sus acciones en el siguiente link:
(http://picasaweb.google.com/otobgil/NacionalesApTridasII#5286542909300740706)

Son los que violan, procrean y abandonan. Los que por unas cuantas monedas vendieron los recursos del subsuelo y aceptaron su secuestro por más de medio siglo y después, durante el siguiente medio siglo se robaron y dilapidaron los cuantiosos ingresos que su venta ha producido. Porque, ¿Dónde lo sembraron? ¿Dónde lo estamos sembrando?

Tristemente, la patria no es inmortal y puede ser destruida. Sin embargo ni la guerra más cruenta, ni las epidemias más mortales ni las mayores catástrofes naturales pueden lastimarla en lo más mínimo.

La patria solo puede ser destruida por esa poderosa maquinaria de mediocridad y violencia que se llama Darwinismo social. Este proceso actúa como un cáncer interno dispersando metástasis mortales a todos los órganos esenciales del país, a todas sus instituciones, dependencias administrativas y cuerpos deliberantes, a los centros de educación, a la prensa, a sus centros religiosos. El resultado es el tercermundismo y el montón de sus nacionales apátridas.

A pesar de esto, el país persistirá y su población crecerá constantemente aun cuando bajo condiciones cada vez más odiosas y miserables, mientras al mismo tiempo el número de sus ciudadanos se irá reduciendo exponencialmente. Cuando el último de ellos desaparezca, con este también desaparecerá la última traza de patria.