Los síntomas (pobreza, atrofia social, inestabilidad política, desorden institucional, corrupción, crecimiento demográfico desbordado, ignorancia, prejuicios, inseguridad, destrucción de recursos naturales, contaminación ambiental, improductividad, infelicidad, desesperanza y otros) definen con certeza la condición que nos está destruyendo: Tercermundismo.
La causa es el Darwinismo social y el grupo de caudillos surgidos como consecuencia de este proceso. Estos caudillos tienen como propósito de primer orden, tomar control de todas las instituciones civiles, militares y religiosas supuestamente encargadas de dirigir y coordinar las actividades de desarrollo y bienestar de los habitantes de la Nación. Pero como su objetivo primordial es utilizar dichas instituciones para aprovecharse lo más que puedan de los recursos que ellas manejan, estos habitantes no recibirán los beneficios que de otra manera pudieran haber recibido.
El caudillo se fija metas a corto plazo (para usufructo inmediato) las cuales se suceden unas a otras hasta done las circunstancias lo permitan (otros caudillos más poderosos pudieran tomar su lugar). Para el caudillo de turno, el único futuro y bienestar que cuenta es el suyo propio (y el de sus asociados) por lo que los intereses de la compañía, o del negocio, o de la institución o de la Nación misma, pasan a ocupar un distante segundo plano.
En el caso de una Nación, esta gradualmente deja de existir para irse transformando en una unidad geográfica de límites más o menos definidos, mínima y deficiente organización institucional y una creciente masa de empobrecidos e infelices habitantes atrapados dentro de sus linderos. Mientras haya algo de materia prima que vender, el conglomerado sobrevive pero bajo condiciones cada vez más adversas y precarias.
Sin embargo, generalmente siempre llega un momento en el que las luchas entre caudillos por controlar el poder, se intensifican de tal manera que llegan a dominar por completo la escena territorial (Darfur, Angola, Etiopía, Eritrea, Congo, Chad, Ruanda, Zimbabwe, etc., países todos, escogidos de otro continente). En ese punto solo una enérgica intervención foránea es capaz de desacelerar el torbellino de desafueros y matanzas.
Como se pudo ver en la figura 2 del boletín anterior, las universidades son esa clase de instituciones, impedidas de cumplir con su elevada función para beneficio del país, porque han sido ilegalmente abordadas por el caudillaje de los partidos políticos en funciones. Por lo tanto han perdido su capacidad para producir los dividendos intelectuales que de ellas se esperaría, aun a pesar de los cuantiosos recursos que reciben del estado.
Tres factores introducidos por los caudillos de esta falsa academia, han desarticulado la capacidad fundamental de las universidades como generadoras de conocimientos y de soluciones a los graves problemas del país:
Primero, la pérdida de su autonomía
Segundo, la falta de profesores e investigadores universitarios
Tercero, la masificación y democratización (política de puertas abiertas) de la enseñanza
(Figura 1) (haga click en la figura para ampliar).
La causa es el Darwinismo social y el grupo de caudillos surgidos como consecuencia de este proceso. Estos caudillos tienen como propósito de primer orden, tomar control de todas las instituciones civiles, militares y religiosas supuestamente encargadas de dirigir y coordinar las actividades de desarrollo y bienestar de los habitantes de la Nación. Pero como su objetivo primordial es utilizar dichas instituciones para aprovecharse lo más que puedan de los recursos que ellas manejan, estos habitantes no recibirán los beneficios que de otra manera pudieran haber recibido.
El caudillo se fija metas a corto plazo (para usufructo inmediato) las cuales se suceden unas a otras hasta done las circunstancias lo permitan (otros caudillos más poderosos pudieran tomar su lugar). Para el caudillo de turno, el único futuro y bienestar que cuenta es el suyo propio (y el de sus asociados) por lo que los intereses de la compañía, o del negocio, o de la institución o de la Nación misma, pasan a ocupar un distante segundo plano.
En el caso de una Nación, esta gradualmente deja de existir para irse transformando en una unidad geográfica de límites más o menos definidos, mínima y deficiente organización institucional y una creciente masa de empobrecidos e infelices habitantes atrapados dentro de sus linderos. Mientras haya algo de materia prima que vender, el conglomerado sobrevive pero bajo condiciones cada vez más adversas y precarias.
Sin embargo, generalmente siempre llega un momento en el que las luchas entre caudillos por controlar el poder, se intensifican de tal manera que llegan a dominar por completo la escena territorial (Darfur, Angola, Etiopía, Eritrea, Congo, Chad, Ruanda, Zimbabwe, etc., países todos, escogidos de otro continente). En ese punto solo una enérgica intervención foránea es capaz de desacelerar el torbellino de desafueros y matanzas.
Como se pudo ver en la figura 2 del boletín anterior, las universidades son esa clase de instituciones, impedidas de cumplir con su elevada función para beneficio del país, porque han sido ilegalmente abordadas por el caudillaje de los partidos políticos en funciones. Por lo tanto han perdido su capacidad para producir los dividendos intelectuales que de ellas se esperaría, aun a pesar de los cuantiosos recursos que reciben del estado.
Tres factores introducidos por los caudillos de esta falsa academia, han desarticulado la capacidad fundamental de las universidades como generadoras de conocimientos y de soluciones a los graves problemas del país:
Primero, la pérdida de su autonomía
Segundo, la falta de profesores e investigadores universitarios
Tercero, la masificación y democratización (política de puertas abiertas) de la enseñanza
(Figura 1) (haga click en la figura para ampliar).
Durante mi campaña del 2004, para rector de la UC, analicé estos tres factores (en boletines impresos que personalmente llevé a cada oficina de los docentes de la institución) y propuse soluciones específicas, indicando, con la necesaria taxonomía, los objetivos a lograr. Tenía la esperanza de que aun cuando no resultara electo para el cargo de rector, un número apreciable de colegas se manifestarían a mi favor, en consideración a la gravísima situación por la que atravesamos. Ciertamente no resulté escogido para el cargo, pero peor aún, apenas una fracción del 1% de los votos se manifestó de acuerdo con mis propuestas.
A pesar de todo, el camino es claro y factible (como mostraré enseguida). Pero en mi opinión y basado en lo anterior, enfrentamos una misión imposible.